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A lo largo de su existencia ficcional, la vida del vampiro ha sido una metáfora de la alienación y la soledad humanas, y ningún chupasangres literario ha sido más solitario ni empático que la Carmilla de Sheridan Le Fanu, protagonista de la novela publicada por primera vez en 1872. La historia presenta a Laura, una joven que lleva una vida tremendamente aburrida en el palacete de su padre en el bosque austríaco, y a Carmilla, la vampira que se enamora de ella: “Si tu adorado corazón está herido, mi corazón salvaje sangra con él”, le llega a decir Carmilla a Laura en uno de sus arrebatos. En la actualidad, Carmilla está considerada una obra pionera por su importante contribución a las historias de vampiros −inspiró a Bram Stoker para escribir 'Drácula' veinticinco años después− y a la literatura queer, al incluir una de las primeras representaciones del deseo lésbico en la literatura europea. Sheridan Le Fanu fue un escritor cuyos inquietantes relatos influyeron notablemente a autores de terror como Bram Stoker, M. R. James o H. P. Lovecraft. En sus últimos años, en los que escribió muchas de sus historias más conocidas, como 'El tío Silas' (1864) o 'Carmilla' (1872), llevó una vida recluida y se decía que solo escribía de noche y a la luz de dos velas. En el epitafio grabado en su tumba se le otorga el título de “príncipe invisible de Dublín”, que honra su contribución estética y refleja su presencia fantasmal como ermitaño. Sus oscuras historias aún siguen cautivando al público varias generaciones después. La artista Rosemary Valero-O’Connell −autora de 'No te vayas sin mí' (Astiberri, 2020) y ganadora de dos premios Eisner, cuatro premios Ignatz (entre ellos el de mejor artista dos años consecutivos), un Harvey, un Prism, la medalla de oro de la Society of Illustrators y un Printz Honor− aporta un conjunto de ilustraciones originales, dulces y amenazantes al mismo tiempo, que se suman al legado de una de las novelas esenciales de la literatura de terror.